En Septiembre de 2017 pongo nombre a mi andadura en este fantástico viaje espacial, tradicional, salvaje, emocional y cultural; que me ha llevado de Este a Oeste y de Norte a Sur de la geografía española. He tenido la suerte de conocer desde los viñedos viejos de Navarra y Cantabria hasta los de Marco de Jerez y Sierras de Málaga y desde los nuevos vinos de las islas Baleares hasta los de las variedades ancianas del archipiélago Canario. Lo mejor de todo ello ha sido poder aprender las tradiciones y métodos de cultivo de cada uno de ellos, pero sobre todo conocer a sus gentes, pues al final, ningún gran vino llega a tal sin una gran persona detrás.
Todo empieza en aquel Octubre en el que hice mi primer vino a la edad de 8 años. Creo que algo se despertó en mi cuando mi padre me explicaba cómo se transformaba un zumo ¡que a mi me encantaba! en el vino que después mi abuelo me echaba en el vaso en cada comida.
Días en los que yo no era capaz de enlazar el viñedo, con el motivo, la bodega y su significado. Era un simple observador, pensador y, tengo que decirlo, bastante currante. No se entiende Ribeira Sacra sin el adjetivo “currante” intrínseco en su significado. Recuerdo días de extender paja por los viñedos, subir y bajar bancales con cajas al hombro, aprender con mi padre a podar; decía “la poda es para valientes, córtala abajo”. Aquellos largos días de faena con mi padre y mi abuelo, que cada año cuidaban más viñedos, año nuevo viña nueva; ahora se le llama recuperar viñedos.
Mi padre funda “Adegas Don Bernardino” en el año 1992; en honor a mi abuelo, Bernardino, tercera generación. Con viñedos en Chanteiro y Doade (Subzona de Amandi) allí donde nace la Ribeira Sacra como tal, y la Viticultura Heroica pura y tradicional.
Aquellos años marcaron el rumbo de mi vida hasta hoy y creo que el restante de ella. Me fui a estudiar Químicas primero en Santiago de Compostela y Enología después en Tarragona, siendo la primera promoción de la actual carrera de 4 años. Esa etapa me marcó muchísimo la pasión por la transmisión de conocimiento y la búsqueda de la perfección.
Desde entonces he podido elaborar muchísimos vinos distintos, desde todas las variedades autóctonas de Galicia con Ignacio Orriols. Pasando por interpretar de una botella de vino viejo en la Serra de Tramuntana un perfil que se había perdido hace 300 años. Hasta los grandes vinos de uno de los más reputados comerciantes nacionales, sólo de viñedos olvidados y esotéricos. Con Jorge Ordoñez conseguí la perspectiva comercial y técnica que hoy he pulido todavía más.
Después de 28 años desde el primer vino de Mencía, con alguna uva de Garnacha Tintorera y Palomino en garrafas de plástico a los 8 años; tras escucharlos a todos, equivocarme, arreglar algún que otro millón de litros, recibir algún elogio de winelovers y sobre todo tener la humildad de aprender siempre de los mejores y la mejor, la naturaleza, me siento lo suficientemente seguro y capaz de poder presentaros lo que yo me imagino que serán los viñedos que elijo embotellar.
VACAMULO. Septiembre 2017
El 5 de Septiembre de 2017 llegan mis primeras barricas a Don Bernardino, a mis orígenes, entre mi padre Emilio y yo vamos moldeando poco a poco este primer proyecto. Quería elaborar la viña más salvaje que conocía, en la que me caí cientos de veces y la que más me hizo sudar cuando era pequeño, la sensación fue de revancha y resarcimiento. Quería con este vino volver a lo antiguo, a la rusticidad, a la lucha de la naturaleza y el hombre. Qué mejor sitio que en la cuna de la Viticultura Heroica.
VACAMULO posiblemente sea por ahora de lo más salvaje que he elaborado.
IBIO. Marzo 2018
Un año después y tras una brillante cata en casa; Emilio, Gelin y yo decidimos pensar en otro vino, con tradición, con historia, incuestionable. Nace en 2018 el proyecto IBIO. Una historia muy larga que a medida que la vamos conociendo nos obliga a replantearnos constantemente todo. Por ahora, la historia consta de varios pasajes, los cuales poco a poco os vamos dando a conocer. Fantástico.